sábado, 6 de septiembre de 2008

HIJAS DE LA LUZ


Con la llegada de las primeras lluvias y la paulatina despedida del sol, el dolor comenzaba a hacer su entrada en escena. Era inexorable, el filo de sus colmillos brillaba cada día con mayor intensidad. Había intentado zafarse de él buscando caminos alternativos, encontrando mil formas de explicación a todas sus somatizaciones, sumergiéndose en actividades frenéticas, cobijándose entre sus sueños, dando marcha atrás a la memoria de recuerdos endulzados, pensando que su decisión había llegado al punto final de un proceso previo. Pero algo la mantenía en guardia, llevaba meses presagiando su llegada porque en el fondo sabía que el dolor siempre corría más rápido que ella y que acabaría por alcanzarla.

Ya estaba aquí, no quedaban autoengaños posibles a los que abrazarse ni sonrisas artificiales que regalar. Era el momento de batirse en retirada, apagar la luz, apoyarse en su rincón, inclinar la cabeza y dejar que su cuerpo se deslizara hasta el suelo haciéndose un ovillo. Allí, creando charcos salados, fue evocando las vivencias de sus últimos tiempos, las imágenes se sucedían vertiginosamente, iba descosiendo las palabras que la habían acompañado muy de cerca intentando encontrar un hilo conductor que le diera algún sentido al punto cardinal en el que ahora se balanceaba. No lo encontraba, todo carecía de significado, solo caos, disociación, indefensión. Sola frente a sí misma, cuando los días previos había vivido en una constante implosión social. Paradojas típicas de una vida cargada de luces y sombras.

Le pareció sentir un fuerte deja vu, era una experiencia reexperimentada, ya había pasado otras veces por el mismo rincón, por las mimas emociones, por la misma amargura y, según se iba haciendo consciente de ello, le iba consumiendo la rabia hacia sí mima por permitirse transitar por el viejo camino que tanto se afanó en desempedrar años atrás. ¿En qué momento había dejado regresar las piedras a él? y, entonces, ¿por qué volver a pisarlo existiendo otros caminos abiertos? La reprimenda y los múltiples reproches a sí misma aumentaban por momentos. Quería hablar de fortaleza y de alegría de vivir, quería iluminar con su presencia, quería admirarse a sí misma por su capacidad para salir adelante, quería quererse, pero sólo sentía un deseo profundo de castigarse mandándose al infierno de una vez por todas.

Esperaba una llamada que le sacase de ese laberinto negro, pero no llegaba y si hubiese llegado lo único que hubiese logrado sería enterrarla de lleno en su propia espiral, agregando que tan sólo ella podría sacarse de allí. A esa llamada no le hubiese gustado hablar de su dolor, la hubiese reprendido, casi culpado por ello, huyendo de ella y rechazándola. Y ella nunca hubiese dado el primer paso, porque su miedo a la frialdad siempre la superaba paralizándola. Hubiese sido tan bonito escuchar alguna frase de aliento en medio de la oscuridad, pero no llegó a tiempo. Entonces recordó una imagen de niña cuando los anhelados brazos de su madre no llegaban oportunos para arrullarla y ella buscaba consuelo meciéndose a sí mima y acariciándose los labios con las yemas de sus dedos. Emuló el mismo gesto, acompañado de esa frase que siempre lograba reconfortarla: "hasta las sombras más oscuras son hijas de la luz..."

4 comentarios:

el piano huérfano dijo...

tu eres la luz por ti mismsa,el camino se va iluminando con el tiempo, sin llamadas, quizàs la llamada mas eseprada es la tuya a ti misma de relajarte y dejar que pase el dolor, olividar de recuerdos consruir futuros con frutos y no pasados oscuros.

Las sombras son hijas de la luz y tu eres la luz que ilumina el camino, eres el ser - estrella

esa estrella que yo sigo tan de cerca, tan fiel a tus palabras,esa estrella que una noche puso brillo en mi vida,,,,esa eres tu.

un beso

el piano huérfano dijo...

...y sigo pensando, por que no cambiar de carril, otro camino sin curvas, aun que pagamos la autopista

Raúl Navarro dijo...

Lo bueno es que aún en la más absoluta oscuridad siempre hay luz, siempre hay algo de claridad, lo difícil a veces es verla (ya sabes lo caprichosa que es la percepción, tú me lo has enseñado. En cuanto a los caminos, hay veces que es mejor tomar la primera salida antes de que continuemos sobre el camino que creíamos correcto y que después hemos visto como equivocado, haciéndonos perder el tiempo.

Besos.

Cristina dijo...

Gracias a los dos, Raquel y Raúl, dos de mis lucecitas más especiales.

Raquel, espero poder seguir siendo algún día esa estrella de luz para ti, aunque ahora no brille como debiera. Respecto a cambiar al carril sin curvas, creo que no debo, al menos ahora creo que es vital que conduzca por esas curvas.

Raúl, en ello me afano de nuevo, en buscar el origen de esa luz que proyecta las sombras. En cuanto a tomar la primera salida de un camino equivocado, lo malo no es que te haga perder el tiempo, sino que te haga perder la fe, la ilusión y la magia que eran la fuente de energía de tu propia luz.

Gracias por estar ahí, mis ángeles.