martes, 16 de septiembre de 2008

DÍAS EN NEGRO, NOCHES EN BLANCO


Hay días en negro y noches en blanco, mañanas que despiertas del poco sueño que te ha acompañado sintiendo un velo negro pegado a tu corazón, incorporándote al día fría y rígida como una roca desde una noche en blanco que sólo ha servido para arañar recuerdos dolorosos o, en alguna pequeña incursión al sueño, para dibujar ensoñaciones que te adentran en una cálida irrealidad de la que te arranca cruelmente el desvelo.

Te levantas en esos días como si hubieses muerto durante la noche y tu cuerpo ya no quisiera seguir tus mandamientos, pero algún mecanismo instintivo te sigue impulsando a realizar la liturgia matinal. Entonces recuerdas que ese día tiene una salvación: ese día escaparás de allí, ese día no estarás para ser testigo de tu realidad. Tienes dos días por delante para volar. Te vistes con rapidez, cierras la maleta y corres hacia la estación donde te esperan unos ángeles con los que sabes que enjuagarás tu angustia al menos por ese fin de semana y esa idea, tan sólo esa idea, le obsequia una bocanada de oxígeno a tus pulmones estrangulados.

Allí están ellos, con sus caras sonrientes, sus oídos y sus hombros sobre los que descansar el desconsuelo de una noche borrascosa. Ellos también han cargado en sus maletas anhelos, luchas y tristezas, pero delegan sus necesidades para escuchar las tuyas y sabes que eso jamás podrás olvidarlo.

Durante el viaje, el día negro comienza a cobrar otras tonalidades, mezclándose del azul y dorado de una mañana que, aunque fría, conserva todavía un porte de verano. Llegamos al destino y Madrid nos da la bienvenida latiendo vida por los cuatro costados. Eso es precisamente lo que buscamos, vida. Y aunque, desde el primer trago de aire, todo te rasca la memoria de un pasado día de primavera, aunque sus gentes, su olor, su luz, su asfalto, sus parques, sus semáforos, sus bares, sus museos, te gritan vestigios de otros paseos que se quedaron para siempre con la magia, con los sueños, con la esperanza, con la valentía, con los amaneceres eternos, y aunque allí existió alguien que un día te admiró, alguien que conectó con fuerza contigo, con la misma fuerza con la que después desconectó de ti… A pesar de todo, algo sigue destilando la misma magia.

Circulamos abriéndonos paso entre la marea humana de estilos variopintos y, respirando profundo, se nos abre una sonrisa en la cara: esto promete. Pronto empiezan los chistes y las carcajadas incontroladas, lo cual consigue relajar nuestros nudos de la garganta, dando paso a algo parecido a la felicidad. -Esto es terapéutico- nos decimos constantemente, mientras no se nos pasa ni un detalle del espectáculo que va desplegándose ante nuestros ojos.

Dejamos las cosas rápidamente en un hotel que, curiosamente, nos hace guiños sincrónicos transportándonos hasta la calles Luna y Desengaño, pero que sólo merecen un leve comentario porque no hay tiempo que perder y, de nuevo, a sumergirnos en las calles. Comemos, pateamos vías y museos, reímos con ganas, hacemos planes para las próximas horas y absorbemos todo lo que el día nos regala. Arriba y abajo, nuestras piernas nos van llevando, Gran vía, Callao, Malasaña, Fuencarral, Hortaleza, Montera, Sol, Plaza Mayor, Neptuno, Paseo del Prado, Atocha… Lugares, gentes, exposiciones, Caixa forum, Reina Sofía, Thyssen…

El día, ya policromado, se ha ido consumiendo, pero nuestro hambre de vida no. Nos adentramos en la noche, hoy también nos espera una Noche en Blanco, pero distinta a la de ayer, esta será una noche formalmente en Blanco, institucionalmente en Blanco, la tercera edición que celebra Madrid y, mira por dónde, nos ha pillado allí. Y es que éste es uno de esos días en que todo se tiñe de hechizo, por algo será que esta edición propone como líneas argumentales la ilusión y la magia, el contraste entre lo real y lo imaginario, entre lo que es y lo que parece ser. ¡Perfecto para nosotros!, sobre todo si le unimos otros dos elementos mágicos como son el 13 del día y la luna llena que nos acompaña.

Así es, el ambiente está cargado de magia, esto promete de nuevo. Las calles hierven en una gran fiesta de cultura. Niños, adolescentes, padres, madres, abuelos, todo el mundo a nadar a la calle, a hacer colas, a disfrutar, a opinar, a participar. Lindo, muy lindo. Nosotros, entre todo este bosque encantado, encantados de formar parte de la celebración, comenzamos nuestra ruta nocturna, Tribunal, Bilbao…, adentrándonos en una isla del tesoro con sus piratas buenos y malos, seguimos caminando en tierras extrañas, descansamos entre cojines que te atrapan, intentando compensar con bebidas estimulantes la soñolencia que empieza a asomar. Y la noche continua, Chueca, Huertas, plazas, bares, callejones atestados de bullicio, música, selvas de cuerpos deslizándose al ritmo de melodías provocativas, miradas que queman, la lujuria corta el aire…

El amanecer acaba con una noche en blanco que también ha ido pintándose de muchos colores, pero me quedo con el rojo-pasión, pasión por el arte, pasión por la magia, pasión por el amor, pasión por la amistad, pasión por ser uno mismo, pasión por la vida.

Eso es lo que te traes a casa, la pasión, y a pesar del agotamiento que desborda tu cuerpo, la noche del domingo te acuestas con ella y te lleva de la mano a una noche de color, del color que inventen tus sueños porque hoy tú eres su dueña, porque has dejado allí aquella otra noche en blanco y aquel día en negro y te has traído las manos cargadas de energía, de luna llena, de recuerdos, de blanco, de rojo y de toda una gama arco iris.

También descubres cuando abres la maleta que, sin querer, se te ha colado un pequeño polizón, es ese trocito tuyo que seguía allí mismo donde lo dejaste otro día de primavera, esta vez no quiso quedarse.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Madrid siempre da vida. Y acompañada de gente que quieres más todavía.Me alegro que hayas venido con las pilas cargadas.Besitos y mucho ANIMO de la madrileña

Raúl Navarro dijo...

Perfecta. Impresionante. No podría existir una descripción más acertada de esa escapada. Me la quedo para recordar siempre ese fin de semana en Madrid, aunque espero que vengan más días de color y luz allí o donde quiera que vayamos. Y sí, es terapéutico, a pesar de que cuando regreso de allí siempre sufra de "saudade" como dicen los portugueses.
Gracias por regalarnos este bonito post para nuestro cuaderno de viaje y también para el cuaderno de emociones.

Besos fuertes.

Cristina dijo...

Gracias rubia, la próxima va por ti y contigo.

Un placer Raúl, siempre un placer. Vamos a tener que comprar muchos cuadernos, nos queda aún mucho por escribir.

Besitos y guiños.

loose dijo...

Parece como si yo también hubiese estado allí.
Los has descrito con tanta profundidad que has sido capaz de hacerme respirar su aire, pasear por sus calles, y hasta verme pasmada delante de un gran cuadro en un museo...Desde luego un fin de semana repleto de COLOR, mi niña.

Eso nos da vida, nos proporciona energía y nos anima nuestros días.
Me alegro mucho por ti.

Sigue pintando de colores tus noches y tus días.

Un besito.

Anónimo dijo...

Es precioso.Cuantas cosas para recordar.Si con algo me quedo de ese fin de semana es con:vuestra magia,vuestras risas y como no con vuestra amistad.

Besos Pompera.

Cristina dijo...

Gracias loose, me alegra poder transportarte a un pequeño trayecto de mi sendero, hubiera sido bonito compartilo, seguro.

¡¡¡Ay, mi pomperita!!! ¿Cómo que "vuestras"? Cambialo por "nuestras" (nuestra magia, nuestras risas y nuestra amistad) y será perfecto. Tú eres imprescindible en el cuadro para que sea completo, no lo olvides.

Un besito.

Anónimo dijo...

Nos dejas una muy buena impresión de Madrid, de su ambiente y de esa carga de energía renovada que te llevas a casa.

Un saludo

Anónimo dijo...

Madrid es así de genial, sobre todo cuando no convives con su prisa, su estres y sus atascos diarios. En septiembre, Madrid es especialmente "especial". Ese trocito de primavera que se coló en tu maleta puede que se convierta en una hoja caída de otoño..., el viento se las lleva despacio. Vuelve y tal vez encuentres otra de esas hojas en un parque, más bonita, más grande y más fiel, que no se vaya con la primera brisa que le susurre al oído...

Un beso, brujita

Cristina dijo...

Gracias Bardinda, tú siempre nos dejas buenas impresiones.

Gracias Reina, para brujita tú. Espero que este otoño sople fuerte el viento para llevarse esas hojas caidas y que pase pronto para que lleguen nuevas primaveras.
Volveré y encontraré nuevas hojas o tal vez no, pero al menos sé que me detendré a tomar una caña o un café con una flor llamada Reina.

Muchos besos.

loose dijo...

Gracias Cristina.
De algún modo ya estamos
compartiendo ese sendero juntas.

Un abrazo.

el piano huérfano dijo...

repitimos? otra escapada estoy ahora en aeropuerto, buscanodte, y fijate me hablas de Madrid, repitimos Madrid, aun que protno la duquesa, sabes -donde estoy, ahi te espero