martes, 24 de junio de 2008

LOS FRUTOS DE LA IRA

Hoy he sido mala, lo confieso, he sacado esa parte oscura que todos llevamos a cuestas. He echado pasos atrás, he cogido la llave del pasado y le he dado un empujón a una vieja puerta, una que ya estaba cerrada. He recordado a ese chico guapo que hace bastantes años me lo dio todo y me lo quitó todo en un tiempo récord, sin explicaciones coherentes ni razón de peso alguna, y es que, supuestamente me quería, pero aunque todo estaba de nuestra parte, no era el momento, ¡¡¿y qué significa eso?!! Te aman un día y te maltratan al siguiente, pero ¿en qué mundo vivimos?
Yo lo perdoné, lo comprendí, lo toleré, incluso lo apoyé, pero el libre albedrío de las emociones se manifiesta tarde o temprano. No era verdad, ¡qué narices!, ¡cómo iba a comprenderlo o a perdonarlo!, todo este tiempo me he sentido como una idiota integral, como si alguien hubiese cogido una piedra, te la hubiese tirado a la cara y entre chorros de sangre tapando tu boca, tú dijeses estoicamente “no te preocupes, no pasa nada, te perdono”, manteniendo una estúpida sonrisa bañada de rojo. ¡Pues no señor, eso no es así!, lo de poner la otra mejilla lo dejo para los mártires, yo no lo soy, ni quiero serlo.
Ahora lo digo abiertamente, sentí una rabia infinita, me enfadé tanto que hubiese deseado ponerme a lanzar piedras contra él sin parar, esta vez literalmente. Sin embargo, eso no es correcto ni propio de alguien con educación. Me lo reprocho y estoy de acuerdo en que la violencia debe ser controlada, pero las emociones no, porque si se intentan controlar no desaparecerán nunca o se quedarán rezagadas acechando bajo otros disfraces. Mi ira contenida entonces, es rencor hoy. Sí, muy a mi pesar, uno puede mentir al mundo, pero nunca puede engañarse a sí mismo.
No se muy bien a partir de qué estímulo el recuerdo me ha llevado hasta él, al principio era agradable y entre un “¡ay, qué tiempos aquellos!”, me ha asaltado el deseo de saber cómo sería su vida ahora y, dicho y hecho, con una aparente inocencia me he puesto a bucear entre fondos de información virtual. Y como este mundo del ciberespacio es una cacharrería alucinante que tiene de todo y que registra todo aquello en lo que dejas alguna pequeña huella, pues cómo no..., ahí estaba él, con foto incluida.
Su trayectoria profesional parecía exitosa, pero la que a mí me interesaba hurgar, en mi ceremonia sadomasoquista, era su trayectoria afectiva y, claro, ahí no viene, por lo que me he puesto a hacer de nigromante infiriendo a través de su imagen cómo se sentiría . El tiempo ha menoscabado su rostro de niño bonito, es normal, a todos nos ha pasado en mayor o menor grado, pero la pérdida no se traduce tanto en la decadencia de su piel o sus facciones, sino en algo que va más allá. Sus ojos gritaban tristeza, ya no se ve ese brillo adornado por grandes pestañas negras que te hacían tambalearte con cada parpadeo. Era una mirada abandonada, vacía, dolida, atormentada, era una mirada de viejo en un cuerpo de joven. Creo que no es feliz.
Al principio, con las uñas afiladas y la sonrisa ácida, he sentido cómo me recorría el dulce placer de la vendetta, pero enseguida he sentido todo lo contrario y he sido consciente de mi fea conducta, ¿cómo puedo alegrarme con la idea de que él no sea feliz?. A veces somos carroñeros. Pero yo no quiero eso para mi, eso no forma parte de mi, no me reconozco, me lleva a la enajenación, a la despersonalización, me transporta a espacios negros donde me pierdo. Prefiero un puñetazo en la mesa a tiempo, que una rabia rancia y macerada.
En el fondo, los sentimientos negativos hacia otros son sentimientos negativos hacia uno mismo y la realidad es un espejo que siempre acaba devolviéndote tu propio reflejo. Pero supongo que, a veces, esto también es necesario. Hoy he arañado memorias y resentimientos y he comprendido que, por fin, lo he perdonado y quiero su bien, pero está vez de verdad, desde el fondo. Hoy he saltado del rencor al amor. Y si he sido capaz de perdonarlo a él, ¿por qué no iba a perdonarme a mí misma?.

1 comentario:

el piano huérfano dijo...

sobre todo perdonarte a ti misma, bajo mi opinion no tienes nada que perdonar, estar dolida por alguien que ya no esta en tu vida es permitido.
Las heridas cuando estan cerradas, cicratizadas no hay motivo para abrir ni investigar - eso si! produce dolor incesario.
comprendo el impulso de la curiosidad de la venganza femenina pero todo eso es para alimentar un ego, que el tuyo esta bien alimentado por tus alimentos, no te hace falta vengar
y el final es la verdad de verdades, si quieres a alguien - dejalo libre, suletalo, acuerdadte que con las despedidas vienen otro encuentros, pero hasta para eso tienes que dejar espacio libre...
PD: un comentario más; y ese hombre sabe lo que se ha perdido.......