jueves, 12 de junio de 2008

BENDICIONES

Son muchas las formas posibles de percibir los hechos que vivimos en presente, pero es sólo después de dejar que el tiempo los remoje, los procese y los ordene, cuando realmente te haces consciente de su efecto y significado. Regreso de una operación de rodilla, el hecho en sí no merece atención especial ni preocupaciones excesivas, son sólo trocitos del cuerpo, como un menisco y un ligamento y, aunque no quiero pecar de ingenuidad o de excesivo optimismo, dado que también soy consciente de las implicaciones negativas que esto acarrea, no puedo borrar de mi boca la sonrisa de boba que me acompaña desde el día que ingresé en el hospital.
Puede parecer extraño sentir alegría, satisfacción, optimismo y hasta euforia en un momento así, de hecho algún amigo, sorprendido por mis risas y sonrisas, me llegó a preguntar si me habían puesto algún tipo de droga para soportar mejor el dolor, con lo que consiguió volver a arrancarme otra buena carcajada con un “¡que no, que no, no te preocupes que esto también es normal, yo lo vivo así porque he elegido vivirlo así!”.
Y es que no hay mayor droga que elegir darle a cualquier evento un significado de bendición y así vivo yo este proceso y muchos otros desde hace tiempo, como bendiciones que me ofrecen regalos maravillosos, por lo que, cuando llegas aquí, sólo te queda una opción: agradecer. Precisamente ahora, lo que pesa por encima de toda la experiencia es un enorme sentimiento de gratitud, gratitud por ser afortunada de no padecer dolencias graves o irreversibles, pero gratitud sobre todo por haber recibido el mayor regalo en estos días, un regalo de amor, ese que viene en forma de llamadas, visitas, mimos y múltiples pruebas de apoyo que te recuerdan que hay gente que te quiere.
Hay cosas que aunque las sabes y te acompañan siempre como el hilo musical de tu vida, sólo se hacen verdaderamente salientes en determinados momentos y éste, si bien no es el que más, sí es uno de ellos. Por eso, hoy tengo que dar gracias a la vida por todo lo que me da, pero también por todo lo que me quita, porque eso me hace más humana, pero también más divina, porque me ayuda a crecer aprendiendo a luchar, a aceptar, a agradecer y a amar.
Gracias a todos los que configuráis ese haz de luz que es pilar fundamental de mi existencia, gracias por las palabras, las manos, las miradas, los mimos, el aliento, la energía, el calor, la luz, el amor… Más o menos implícitos, más o menos explícitos, estáis y, sin estar, sois, y sois mucho para mí.
Gracias, gracias y gracias.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Sabes aquello de que se recoge lo que se siembra? Las casualidades no existen y con la fuerza, la alegría y el amor que refleja tu post no me extraña que la gente se pelee por estar a tu lado, ¡aunque sea en un hospital!

Para mi, y estoy seguro de que también para otros muchos, tú eres la bendición. Qué menos que dar un poquito a cambio...

Gracias

el piano huérfano dijo...

¡bendita tu!
y gracias a ti por reglarnos ( a mi) tus palabras que siempre llegan tener un sentido.

Cristina dijo...

Mis queridos anónimo y piano, vosotros también sois parte fundamental de esas bendiciones que la vida me ha regalado.
Muchas gracias por enriquecerme tanto.