
Tal vez cada uno de nosotros somos dueños de nuestras propias vivencias, tal vez..., pero algo se escapa en mi trayecto, algo no encaja, todo no dependió de mí en el pasado, y todo no depende de mí en el presente. Asumo mi parte de control, pero también mi parte de no control y ésta es la que más me arrastra a la desesperanza, porque si tan sólo pudiera tener alguna certeza de que todos los errores y todos los aciertos son por y para mí, el color de este hilo sobre el que transito se teñiría de algún color para facilitarme un punto de referencia. Pero nada responde a mis ruegos, durante unos instantes soy yo la que domina la tensión que calibra mi cuerpo bajo mis pies, pero instantes más tarde pierdo todo el poder y el mundo entero se tambalea conmigo a cuestas. Y vuelta a empezar, cierro los ojos, respiro con suavidad, me concentro en una diminuta luz y recupero estabilidad. ¡Uff, salvada por los pelos!, pero, ¿hasta cuando?, el vaivén es imprevisible…
Y hoy, precisamente, alguien me ha lapidado con una sola frase: “a pesar de todo, no pierdas el equilibrio”. Difícil misión, cuando son tantos los momentos en que la inercia del movimiento te puede, cuando las presiones del entorno te intentan tirar al suelo sin piedad, cuando tengo que elegir entre dejar que las lágrimas empañen mi visión o descompensar mis brazos para apartarlas de mis ojos… Pero asumo la misión, alguien espera de mí que me mantenga serena, ilesa y a salvo de mí misma. Mientras repito monótona y suavemente esas palabras dentro de mí, elevo una solicitud externa a creencia interna.
Vuelvo a la fe, me digo –no desfallezcas-, repaso los hilos que han movido mi vida, algunos se mantienen y otros fueron cortados, pero recuerdo que por aquí abajo tejí en un pasado algunas hebras más sólidas de la que piso ahora. Tan sólo tengo que recobrar la memoria exacta. Lo intento, me concentro, pierdo el miedo y arriesgo levantando un pié para posarlo en mi propia red, esa que acabo de descubrir entre un leve colorido un poco más allá de la línea transparente. Parece seguro...
Cuando creo que podré resistir un poco más, escucho un redoble de tambores, se acerca el más difícil todavía…