Siempre fue el caballero de luz. A ella sólo se le permitía contemplarlo en la lejanía, sólo pudo robarle instantes de su existencia con la mirada, sólo era un destello fugitivo que siempre acababa evaporándose, una estrella fugaz a la que ella lanzaba sus mejores deseos, pero al fin y al cabo siempre fue el caballero de luz.
Resplandecía luz blanca por todos sus rincones, su ropa inmaculada, que apoyada sobre la cal de las fachadas, desprendía un blanco que cegaba más todavía; sus orígenes de casitas blancas, hilvanadas en la esquinita que su corazón dibujaba entre su recuerdo y su olvido; sus ojos, pura luz, a pesar de no conocer el enigma que escondían; sus manos sanadoras y cristalinas; su caminar limpio y claro como una mañana de abril; su voz, escasamente capturada, también irradiaba rayitos de sol con cada vibración. Y ahora, que había conseguido hacer una pequeña incursión en su alma, ella sabía que ésta también era toda luz.
El misterio de la luz podría haber sido un buen título para su historia, porque ella siempre quedó hipnotizada por esa luz, como una cobra hechizada por la melodía del tumarit, arrastrándose sigilosa a buscar la fuente del imán que le despertó de su letargo. Fue esa luz la que le había dirigido en todo momento, como una estrella de Belén, hacia el manantial de su origen, el caballero de luz.
Ahora la vida le brindaba la oportunidad de descifrar ese misterio y ella, sin dudarlo, tomó el impulso preciso para saltar por encima de la timidez que la había paralizado durante años y aceptar ese regalo con convicción. Fue tan rápido, pasó de nuevo como un chispazo delante de sus ojos, otra vez parecía querer volatilizarse, pero ella no podía permitirlo, una voz interior se prendió fuerte a su cabeza (“este tren es tu tren, cógelo”), dirigiendo con coraje todas sus acciones hacia su encuentro hasta situarse frente a frente intentando aparentar seguridad y despreocupación en la voz.
Por fin, el caballero de luz estaba iluminándola directamente con su sonrisa que se mostraba ante ella como esa claridad cegadora al final del túnel de que algunos hablan. Sus ojos contenían soles, lunas y estrellas. Su voz océanos de miel. Sus manos volcanes de fuego. Sus cabellos campos de trigos maduros. Su cuerpo torrentes de vibraciones eléctricas…
La atmósfera cambió, todo desapareció, todo menos ellos. El misterio de la luz empezaba a cobrar todo su significado.
El misterio de la luz podría haber sido un buen título para su historia, porque ella siempre quedó hipnotizada por esa luz, como una cobra hechizada por la melodía del tumarit, arrastrándose sigilosa a buscar la fuente del imán que le despertó de su letargo. Fue esa luz la que le había dirigido en todo momento, como una estrella de Belén, hacia el manantial de su origen, el caballero de luz.
Ahora la vida le brindaba la oportunidad de descifrar ese misterio y ella, sin dudarlo, tomó el impulso preciso para saltar por encima de la timidez que la había paralizado durante años y aceptar ese regalo con convicción. Fue tan rápido, pasó de nuevo como un chispazo delante de sus ojos, otra vez parecía querer volatilizarse, pero ella no podía permitirlo, una voz interior se prendió fuerte a su cabeza (“este tren es tu tren, cógelo”), dirigiendo con coraje todas sus acciones hacia su encuentro hasta situarse frente a frente intentando aparentar seguridad y despreocupación en la voz.
Por fin, el caballero de luz estaba iluminándola directamente con su sonrisa que se mostraba ante ella como esa claridad cegadora al final del túnel de que algunos hablan. Sus ojos contenían soles, lunas y estrellas. Su voz océanos de miel. Sus manos volcanes de fuego. Sus cabellos campos de trigos maduros. Su cuerpo torrentes de vibraciones eléctricas…
La atmósfera cambió, todo desapareció, todo menos ellos. El misterio de la luz empezaba a cobrar todo su significado.
9 comentarios:
Poderosa energía que si la miramos directamente nos ciega, si la intentamos evitar, nos atrae. Si nos encontramos en total oscuridad, nos ilumina, si nos acercamos demasiado, nos quema...
Coger el tren adecuado y que te baje en la parada llamada "Distancia justa y necesaria" para que no nos deje deslumbrados, no nos ciegue, no nos queme... Para que veamos que lo que se esconde tras la luz es real, palpable, no una fantasía que hemos creado en nuestra mente debido al exceso de claridad, y lo que vemos no es más que una mezcla de rayos luminosos que convergen en la retina, colores que dibujan formas imaginarias, intangibles, que se van disipando para volver a quedarnos de nuevo en la más absoluta oscuridad...
Un beso amiga.
Gracias Loose, precioso comentario.
Creo que la luz siempre es positiva y si nos ciega o nos quemamos en ella o nos devuelve a la oscuridad, siempre podremos decir que un día nos iluminó, eso ya hace que valga la pena haberse subido a ese tren de luz.
Un besito.
...y yo que humildamente pensaba que la luz esta en nuestro Ser
que nosotors somos luz que resistimos encender, que tenemos un poder de iluminar infinito(por lo menos tu) y a veces nos empeñamos estar en la oscuridaD
La luz verdadera, creo yo, humildamente, que esta en nuestro Ser, ahora falta darle al boton
ánimo
la luz....lo que tanta gente anda buscando por ahí...lo que le hace a tanta gente ser feliz (estás dos frases son de una canción de Nena Daconte pero creo que oportunas). Vamos, deseando broncearme estoy!!!!
Besos.
Pues si te soy sincero para mi que el "Caballero de luz" eres tú, ¿no estarías escribiendo delante de un espejo cuando te surgieron estas palabras?
Eres una luz que lo ilumina todo alrededor y a mi, como a raúl, me encanta broncearme.
Gracias mis queridísimos Raquel, Raúl y Shidermo.
Raquel y Shidermo coincidis en la misma idea (¿habéis estudiado en la misma escuela?):la luz está en cada uno de nosotros y si la encontramos en alguien es que ese alguien hace las veces de nuestro espejo. Yo también estoy con vosotros, pero ya sabéis que me gusta jugar con el simbolismo y con la parte natural y emocional de las vivencias.
Raúl, estamos de acuerdo, en el fondo lo que nos hace felices son esas alegrías sencillas, así que vamos a ponernos morenitos frente a la luz. Además, qué narices!, hoy me voy a dejar el factor de protección en casa.
Un besito enorme a los tres, juntos y por separado os quiero.
Es precioso.Espero que esa luz que has encotrado,te permita ser muy feliz.
Besos Pompera.
Quería decirte mi Cristina;
que mientras esta la luz no se te ocurra cerrar los ojos.
me gusta tu caballero de luz
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